La pérdida auditiva aumenta poco a poco a medida que el cerebro se acostumbra a omitir determinadas frecuencias o sonidos. Los expertos lo denominan “deprivación auditiva”. Generalmente, las personas que padecen de esta afección no la notan. Sin embargo, cuanto más lleve al cerebro recordar las frecuencias olvidadas desde hace mucho tiempo con la ayuda de un audífono, más tiempo tardará la persona en ser capaz de percibir estas frecuencias y aceptarlas de nuevo a su volumen normal.
No todas las pérdidas auditivas son iguales. Hay muchos grados entre una “buena audición” y “casi sin audición”. Los audioprotesistas a menudo distinguen los niveles de pérdida auditiva recurriendo a los términos pérdida auditiva leve, moderada, grave y profunda.
El habla consta de tonos y sonidos a diferentes volúmenes y en diferentes rangos de frecuencia. La “banana del habla” es una representación visual de estos sonidos, como consonantes, vocales y sibilantes, en un audiograma.
Los profesionales utilizan estas mediciones audiométricas para calcular la pérdida auditiva de una persona y seleccionar un audífono adecuado.
Las personas normoyentes pueden oír y comprender todo el espectro del habla. Para las personas con pérdida auditiva, la historia es diferente: en función de la gravedad de su pérdida auditiva, es posible que ya no puedan oír tonos agudos (como el canto de los pájaros o el crujido de las hojas) o que les cueste seguir una llamada telefónica o una conversación.
Ya sea que siente ansiedad al saber que no captará toda la información importante o que siente vergüenza por no poder oír a su familia, la pérdida auditiva puede provocar distintas y variadas emociones negativas.
Se ha identificado que la pérdida auditiva es un importante factor de riesgo en el aislamiento social, la atrofia cerebral y el desarrollo de la demencia, especialmente en adultos mayores.1,2
En estudios se ha observado que la pérdida auditiva no tratada se asocia a una mayor probabilidad de caídas y lesiones relacionadas.3
Vivir con pérdida auditiva no tratada puede añadir más frustración a las actividades que alguna vez fueron simples actividades cotidianas.
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